La emergencia climática también afecta a la fabricación de chips

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La Pandemia mundial provocada por el COVID-19 ha tenido más efectos que el únicamente sanitario. El aumento de la demanda del teletrabajo por ejemplo, hizo casi imposible conseguir una webcam al inicio del confinamiento. El cierre de las fábricas, el aumento de la demanda, el problema del transporte con su máximo exponente en el Ever Given y su bloqueo del Canal de Suez… no han hecho sino agravar la crisis de suministro de equipamiento. Entre estos problemas está el del suministro de chips, cuya fabricación está muy concentrada en Taiwan, donde podemos encontrar las fábricas más grandes y avanzadas del mundo, convirtiéndose esta isla en uno de los ejes de una industria de 450 mil millones de dólares a nivel global, proveedora de potencia de cálculo para innumerables dispositivos, desde portátiles a televisiones inteligentes pasando por coches o neveras, pero que tiene una alta demanda de agua.

Para unas fábricas que ya trabajaban a su máxima capacidad, la sequía no es sino otra piedra en el camino, una degradación de una situación ya prácticamente insostenible y que depende del uso de miles de millones de litros de agua anuales para evitar la contaminación producida por esta fabricación.

Pese a tener unas lluvias anuales de 2.600mm y recibir periódicamente la visita de los tifones que rellenan sus reservas, este año ha sido el primero en 56 años en el que no han llegado dichos tifones añadido a una lluvia un 40% inferior a lo habitual en el primer trimestre del año.

Una situación agravada por el hecho de que el 80% de la producción mundial se centra en Taiwan y Corea del Sur. Con la emergencia climática convirtiendo los patrones de clima en aleatorios, esto no es sino otro ejemplo de que la ecología va firmemente ligada a nuestro futuro.

Fuente (en Inglés): https://techxplore.com/news/2021-04-taiwan-worst-drought-decades-deepens.html